Como todos los lunes, escuchamos la Lectura del evangelio del pasado domingo: “Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y cre...
Hoy hacemos presentes en nuestra oración a todos los enfermos, sea por la enfermedad, que sea, de modo especial a los enfermos de covid. Y también a todos sus cuidadores, a los enfermeros y enfermeras, médicos, trabajadores de residencias de ancianos y todos los demás que ponen todo su saber hacer, su cariñó y dedicación para cuidar su salud y su mejor bienestar y sobre todo para humanizar la vida de los enfermos. Jesús en el evangelio nos da muestra de ello: deja que se acerquen, sin miedo al contagio; habla y se interesa por los enfermos, les toca, les cura…En definitiva, los humaniza, les hace personas: no les deja en la marginación en que vivían los enfermos en aquella época. Oración: Gracias, Señor, por las personas que cuidan a los enfermos y les dedican tanta atención y cuidados. Te pedimos por todas ellas, para que les des generosidad y valentía para no desanimarse. Te pedimos también por nosotros, ayúdanos a ser cuidadosos con los demás y a tener un corazón abierto y agra...
Un hombre rico mandó a su criado al mercado en busca de alimentos. Pero al poco de llegar allí, se cruzó con la muerte, que lo miró fijamente a los ojos. El criado palideció del susto y salió corriendo dejando tras de sí las compras y la mula. Jadeando, llegó a casa de su amo. - ¡Amo, amo! Por favor, necesito un caballo y algo de dinero para salir ahora mismo de la ciudad... Si salgo ya mismo quizás llegue a Tamur antes del anochecer... ¡Por favor, amo, por favor! El señor le preguntó sobre el motivo de tan urgente petición y el criado le contó a trompicones su encuentro con la muerte. El dueño de la casa pensó un instante y, acercándole una bolsa de monedas, le dijo: - Está bien. Sea. Vete. Llévate el caballo negro, que es el más veloz que tengo. Gracias amo - dijo el sirviente. Y tras besarle las manos, corrió al establo, montó el caballo y partió velozmente hacia la ciudad de Tamur. Cuando el sirviente se hubo perdido de vista, el acaudalado hombre caminó hacia el mercado busca...
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